La respuesta está en Dios
Testimonios
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El «caso» Andrea
Trieste, Italia, junio de 1981: Andrea, 26 años, inicia unas breves vacaciones. Anuncia su vuelta para el próximo domingo a más tardar. A la mañana siguiente, según su costumbre siempre que se ausenta de la ciudad, telefonea a su madre. Es la última vez en que se sabrá de él. Andrea es responsable, serio y respetuoso con sus padres. Su silencio es muy extraño. Algo grave debe haberle ocurrido. La familia inicia todo tipo de búsquedas e investigaciones. Un largo periodo en el que por todos los medios se intenta dar con su paradero. Todo es en vano. Al cabo de, prácticamente, dos años, convencido ya de la muerte de su hijo y un tanto obligado por las circunstancias, el padre acepta el ofrecimiento de una cliente de su bufete de abogado que dice conocer a una persona que en una ocasión se comunicó con su difunto padre. Este es el inició de lo que será un contacto con el más allá. Un extraño sistema de escritura automática sirve de comunicación entre este mundo y el otro (como se aprecia en la foto, la señora no sujeta el utensilio de escritura, sólo lo aguanta, y el texto fluye como si alguien situado a la izquierda de la misma lo estuviera escribiendo). Los mensajes llegan en italiano y con un vocabulario muy superior al de la elemental cultura de quien los recibe y que sólo conoce el dialecto de Trieste. Esa persona no acepta, bajo ningún concepto, remuneración o compensación alguna por su colaboración, escondiendo incluso su identidad bajo un seudónimo: Sra. Anita. Andrea informa del lugar exacto donde se encuentra su cuerpo: En Turín, lejos de donde vivía, en el lecho del río Po, con un metro de barro encima y encallado en las raíces de un gran árbol. Cuenta su experiencia en el momento de morir: "Contemplaba la escena de mi asesinato desde lo alto, seguía los detalles con despego... luego mi alma se adentró en un largo túnel. Ves, al fondo, una luz grandiosa que te llama... mucha paz... ningún deseo de volver atrás..." Informa a su padre, que la Luz Infinita -así llama a Dios- le hizo nacer y morir para dar testimonio de la existencia del Más Allá. La claridad del mensaje es diáfana: "...Imagínate -le dice- que el mundo entero estuviera convencido de la existencia del Más Allá: desaparecerían todos los horrores de la vida, ya que todos querrían elevar sus almas a las cotas más altas". Tras tres años de comunicaciones, el padre decide publicar los hechos, no sin antes obtener la opinión positiva al respecto de eminentes teólogos y la del titular de la Cátedra de Parapsicología de la Universidad Pontificia de Letrán, el redentorista Andreas Resch: "He leído el libro con gran interés. No he encontrado nada en él contrario a nuestra Fe". En unos meses escribe lo que le ha costado años asumir dada su postura crítica y escéptica al principio a pesar de las pruebas, como la aparición de una inexplicable mancha roja en el periódico local que años después sigue con el mismo aspecto fresco y terso, inalterable, mientras el resto del periódico ha adquirido el clásico aspecto amarillento y semiarrugado propio del tiempo transcurrido. Esta fue la primera de una larga serie de posibles señales a terceras personas. Posteriormente a la publicación del libro en diversos países del mundo, empezaron a llegar al autor innumerables cartas (¡más de 10.000!) de lectores que cambiaron o mejoraron su vida, espiritualmente hablando, después de la lectura del libro. Por si alguien hubiera deseado comprobar la veracidad de los testimonios o saber más sobre cada uno de ellos, fueron siempre escrupulosamente referenciados por el autor (fallecido hace algunos años, fue abogado en la ciudad de Trieste, ex- presidente de diversas asociaciones cívicas y profesionales, así como de la Junta Diocesana de Acción Católica y autor de diversos estudios de carácter jurídico y europeísta). Lino Sardos renunció a los derechos de autor de las ventas del libro a favor de una Fundación creada específicamente para el estudio de casos parecidos al de Andrea. Asimismo, se negó siempre a participar en conferencias o debates de signo espiritista o esotérico. Algunas de estos cartas relataban hechos   extraordinarios que hacían aun más relevante el caso, hechos incomprensibles para la razón humana que fueron perfectamente referenciados por el autor -como el resto de testimonios-. Un apasionante “caso” que Dios permitió para que mucha gente al conocerlo se diera cuenta de que sólo el más allá es lo importante, pues en él está Dios y el Paraíso prometido. Más de 10.000 personas son ahora mejores y están mejor preparadas para el encuentro final, algunas, como se lee en la selección de casos efectuada, de forma espectacular. Porque el “más acá” es solo el trayecto, el camino que nos lleva -que puede llevarnos- a Él.
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